21 marzo 2014

mariposa de iguazú o sorber minerales tranquila




No tengo cámara de fotos. Se perdieron —o más bien, perduran— en la memoria muchas instantáneas que me habría gustado conservar. Si bien siempre he creído que embotellar el presente en formol, digital o analógicamente, es solo para cobardes, nunca está de más guardar algunos momentos eternos. Se fueron muchos paisajes, lecciones, fiestas colectivas en medio del campo hasta que rayaba el alba que no intenté apresar: estaba muy ocupada viviendo; se perdieron —y no deseo atesorar en otro lugar que no sea mi habilidad para revivir la vida internamente— caras que amé, deseos cumplidos, hazañas que contar a los nietos que quizá no tenga. Pero hoy he recibido esta fotografía del viaje que hice hace unas semanas a las cataratas del Iguazú y, ya que no tengo constancia palpable en el blog de que llevo "una temporada" —todo intento por acotar temporalmente mis experiencias en el cono sur es absurdo— viviendo en Argentina, he decidido subirla. Para rellenar, quizá volver más cálida, esta casa mía que hace ya casi 8 años que sostengo, llamada "giralima girando".