Érase que se es un pequeño principito que vive en su pequeño planeta. Sentado en su inmutable trono, el principito observa, entre impaciente y resignado, todo lo que acontece a su alrededor: el lento girar de los astros, los paseos silenciosos de las ideas, cómo baila el polvo estelar en forma de nubes burbujeando en su naricilla inquieta, el saludo de los cometas dando los buenos días, o las buenas noches. Porque la vida en su diminuto planeta depende del cristal con el que se mira al cielo. A veces, todos los cuerpos estelares parecen reflejar el brillo dorado del sol, esfera poderosa, y el universo que le rodea semeja un baile infinito con millones de invitados. Otras veces, oscuridad y materia inerte. El pequeño principito mordisquea sus cabellos expectante . Pareciera dirigir con su cetro de papel el designio del cosmos, el final de todos los cuentos. Pero el cetro es sólo su imaginación arrebolada que juega consigo misma y que se encuentra siempre de bruces con la auténtica soledad. Mientras tanto, todo gira, todo se mueve y continúa expandiéndose: inevitable.
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2 comentarios:
mensaje en una botella de un náufrago de internet.
¡Cúantas veces el principito debió de sentirse así! Ocupó durante tanto tiempo mi mesilla de noche que creo conocerlo.
A veces me recuerdo a él.
Problemas en las aduanas del puerto me impiden botar mi propia nave. Cést en panne, diría Exuperi. Pero la noche es larga en el desierto, y el tiempo es mío.
todos somos principitos... un abrazo erosionado!
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