28 febrero 2009

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Cada centímetro de mi piel es una pieza de puzzle sin forma o sinuosa curva creando enigmas con punto y sombrero. Después de tantos años acostumbrándome a mi traje, a esta malla elástica con cierto aire rígido, no termino de sentirme cómoda en él. Un él femenino con rincones de rencor.
¿Cuál es la envidia de mis células y dónde empieza el parapente que me aleja de la carne? Trayendo fotogramas en un capazo a la cintura, repta bajo el puente mi triste perfil único.
Dejará de quemarme la torpeza, el traspiés del corazón, seguro, dejará de quemarme. Toda yo seré marfil calcinado del cual puedan surgir brotes. Los cerezos deben estar en flor y se ven tan lindos a lo lejos, como caducos a mi lado. Perenne pálpito, murmuran los duendes. Agilidad tierna para mi busto de baúl en llamas. Todo lo que puede admirarse de un vistazo, no deja de ser mitad belleza. Para llegar al fondo, desenterraré el miedo.
Tierra en la boca.
La verdadera armonía es lentitud a plazos.

1 comentario:

oko dijo...

mucha lentitud... yo ya no pido armonía, sino un mínimo de autocontrol, y parece tan difícil...