15 agosto 2009

brutal amanecer

Crashhh...
Estoy abierta,
se rompió la crisálida.

Crashhh...
Está vivo,
se mueve y me mueve

me danza y me mira.

Crashhh...
que suena a cuarzo roto,
a ola rompiendo orillas,
a ecos de metal.

Que trae la verdad a cuestas
galopando en mis bolsillos rotos.

Por fin lo he descubierto:
no hay fronteras en el cuerpo.

Se rompen como el himen,
esa membrana que sólo desea dejar de existir,
que sólo quiere ser traspasada
para llegar más lejos de sí misma.

Membrana desbordada
y tumultos murmurando.

Allá donde voy todo el mundo debate en mi plaza:
"No vayas allí",
"hazlo así mejor",
"levantate y anda".

Pero yo sólo escucho el "crash",
el chasquido que me deja expuesta,
expuesta y expósita ante el balcón.

Sopla el viento por todas las rendijas.
Se cuela y me baña la casa,
la piel, el escenario.

Crashhh...
Cuánto plural en mis labios.
Labios de fresa madura
que me revientan en la cara

y hacen ruido al besar la nada,
el vacío joven que me llena.

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