Lo que más duele es que me duelas. Que al entrar y salir de mi vida, en un fugaz intento de actor secundario, te quedes dentro recordándome que sigues ahí.
Lo que más duele es saber que me duele, que quisiera por un momento convertirme en verdera directora de mi vida y de la tuya. Sin derechos de autor ni cláusulas de conciencia. Me duele la vulnerabilidad de una cama vacía con dos personas, la indolencia de sábanas azules llenas de verano. Calor y despertarme a tu lado sin ti.
El peso de las lágrimas se vuelve insoportable a veces. Se convierten en piedras (vulgares o preciosas) incapaces de sostenerse en las pestañas...
Lo que más duele es saber que me duele, que quisiera por un momento convertirme en verdera directora de mi vida y de la tuya. Sin derechos de autor ni cláusulas de conciencia. Me duele la vulnerabilidad de una cama vacía con dos personas, la indolencia de sábanas azules llenas de verano. Calor y despertarme a tu lado sin ti.
El peso de las lágrimas se vuelve insoportable a veces. Se convierten en piedras (vulgares o preciosas) incapaces de sostenerse en las pestañas...
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