Demostrar el hambre es la mejor forma de obtener sustento. Abrir la boca patentando las garras carroñeras de la vida con la firmeza que da la autosuficiencia. Dentro de la jungla, saciarse uno mismo. No depender del entramado de supermercados fáciles, de restaurantes que le quitan todo el interés a la verdadera esencia del superviviente: cazar en la ciudad. Hoy salgo a la calle dispuesta a descubrir qué placer y sacrificio me reporta ser depredadora desde el estómago.
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