En los últimos meses empezó a convertirse en un fantasma para mi. Apenas le veía y su presencia difuminada en la memoria sólo servía para colorear una porción de años pasados como páginas enmohecidas de un libro. Él era el hueco completo, en ocasiones carente de sentido, que ocupaba ese vacío en mi recuerdo.
Ahora, meses más tarde, ya es completamente transparente. Se ha desdibujado con el tiempo por la falta de encuentros ocasionales o citas premeditadas. Si le viera por la calle a lo mejor incluso tardaría en reconocerle entre las brumas y es que ha goteado hasta el último suspiro a fuerza de extinguir las llamas. Sin embargo, cuando le siento tan distante, distancia mantenida a pulso, no puedo evitar lamentar la pérdida de esas páginas que alguna vez fueron reales y parte de mi sustento. La ausencia se repite fielmente y siempre genera la misma herida. Aunque sea causada por fantasmas que alguna vez decidieron morir y ser humo.
Ahora, meses más tarde, ya es completamente transparente. Se ha desdibujado con el tiempo por la falta de encuentros ocasionales o citas premeditadas. Si le viera por la calle a lo mejor incluso tardaría en reconocerle entre las brumas y es que ha goteado hasta el último suspiro a fuerza de extinguir las llamas. Sin embargo, cuando le siento tan distante, distancia mantenida a pulso, no puedo evitar lamentar la pérdida de esas páginas que alguna vez fueron reales y parte de mi sustento. La ausencia se repite fielmente y siempre genera la misma herida. Aunque sea causada por fantasmas que alguna vez decidieron morir y ser humo.
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