No es momento de nada.
No es momento de ti,
ni tus migajas forman un bocado
que sacie
ni las mías un guijarro
que se deslice en puzzle diligente
hacia el hueco que dejaste
para sellar la grieta.
Crono engulle
-bostezando-
en goteos y quimeras
el momento de la nada
para recibir abrazos.
No es momento,
ni el tiempo existe
en tus ojos-fotograma
Tanteo.
La luz apagada.
La palabra y el secuestro.
Quizá un juez me diga
hasta dónde llega esta afasia
de pulmón relleno.
No conviven bien
las certezas con mis dudas.
No es momento.
Aborten la posición de salida
inmediata,
las mesitas pueden volver a
desplegarse,
desabrochen sus cinturones,
enciendan los aparatos electrónicos
y en código binario
reciten que “om mani padme hum”
porque no existe el tiempo.
No hay turbulencias.
Sólo este vacío
que nadie sabe bien con qué combina.
Con el azul escarlata
me puedo comer el mundo.
Con que el mundo no me coma a mi,
tengo suficiente.
Aún me quedará bastante pigmento
para terminar de pintar este horadar
de la arritmia y el engrudo.
No es momento de nada.
Congelada.
Piel tambor.
Hay un segundero girando hacia atrás
en la mesita de noche.
Cada movimiento,
un retorno.
Hubo una vez en la que mi cuerpo era uno.
En este instante,
Sólo en este instante:
arritmia y engrudo.
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