El poema antes de morir el día
de volverme cebo para Morfeo
Vestal del capricho que a veces
es vegetariano y otras, pura carne
El poema antes de la noche estrellada
de que el último perro sea paseado por Parque Centenario,
de bajar las persianas para evitar los
spidermans de Buenos Aires
El poema reafirmando el último vaso de
vino
blanco, fresco, insomne.
El poema antes de llorar la cama.
El poema como arma real contra la
irrealidad del solitario
que la solitaria se sacia sola y
cuenta un cuento en las esquinas.
Siempre el mismo cuento.
Siempre la misma solitaria.
Siempre el mismo poema
O el poema mismo.
El poema como contractura,
como color de fondo después de
escribir ficciones
un grafismo chino que no significa en
chino nada
y en mi idioma lo dice todo.
El poema que busca a Jodorowsky.
El poema.
Está aquí.
Si deseas subir al árbol de nubes,
pasa a la página 14.
Si prefieres saltar a la comba, pasa a
la página 36.
Si quieres seguir escribiendo, abre la
nevera y termina el vino.
Si mañana será otro día, cierra el
libro de una vez.
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