Antes de iniciar un viaje siempre nos volvemos un poco niños, nos volcamos más hacia adentro. Quizá las expectativas o quizá las ganas de salir corriendo incluso sin maleta por la puerta camino de ninguna parte. Lo cierto es que lo desconocido genera una dulce ansiedad al viajero, un leve aire incierto que hace que el periplo perdure en nuestra memoria aún antes de haberlo iniciado.
Mañana me voy con un billete de ida a recorrer el verano y quiero dejar constancia de mi particular "momento niñez" antes de marcharme. Probablemente como prueba fehaciente de lo que está por ocurrir, evocando antiguos rituales de buen augurio para el peregrino.
Mañana empiezo algo que es nuevo y esa sensación de inquietud, aunque ya conocida, sigue sorprendiéndome con espontaneidad radiante. ¿Que qué espero conseguir? Mejor cuento a la vuelta qué es lo que he conseguido.
3 comentarios:
Me alegro de leerte por aquí, poetarrusa.
¿Qué tal fue por Ítaca?
siempre es una agradable sorpresa recibir un comentario, pero viniendo de una poetarusa casi es un halago. Ítaca, maravillosa. Aún no la he digerido del todo. Es demasiado para un sólo mordisco...
Juer, leyéndote por aquí me dan muchas ganas de escribir, llevo un tiempo con un montón de hojas llenas de versos vacíos...
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