Últimamente se repite una coincidencia en mi vida que, a fuerza de refrendarse, comienza a resultar sospechosa. Resulta que desde hace un par de semanas suelo mirar el reloj cuando este marca las mismas cifras ó horas capicúa. 12:12, 17:17, 20:02, etc. La verdad es que me pone de buen humor que mi impaciencia coincida con instantes tan bellos del día.
Cuando sucede tengo la sensación de haberme alineado con las estrellas en medio de algún lugar del planeta. Me siento conectada. Y es hermoso. Hay días en los que he sido testigo de hasta 5 bellos instantes horarios. Tengo miedo de acostumbrarme a ellos, de obviar su perfección particular y única para que pasen a formar parte indisoluble de 60 segundos cualesquiera.
¡Vaya! Ahora mismo acaba de volver a pasar… Son las 13:13. ¿Tengo que empezar a asustarme?
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