Todo es un río limpio y calmo. Si pongo corazón, si me lanzo sin miedo al agua, si confío, abro los ojos, amplío horizontes. Crezco, crezco sin fin. Pongo la mano en el fuego porque me calienta. Muerdo la lengua porque así me vuelvo locuaz por dentro. Voy al grano y la simiente. Selecciono como pájaro aquella materia que nutre como sólo pueden nutrir las piedras. Ansío encontrar esta calma que ahora me riega en cada bocanada de aire fresco que llega a los pulmones. La frecuencia de la tierra me doma. Sé que soy un animal asustado y con prisa. La frecuencia más lenta de la tierra me pausa, me pone una nana en el corazón y me arrulla tan dulce que ya no quiero regresar a la ciudad y retornar a mi piel de ogro que busca, que busca insaciable. En la tierra encuentro. Cesa la búsqueda y me siento en paz.
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