Dirás que es mi piel la muralla infinita que separa nuestras almas. No es cierto, no es la piel la frontera, no es la piel porosa que me cubre. Ella es esponja, alga colador. Ella se aferra a tu cuerpo como sangre seca o pegamento en manos párvulas. La muralla infita que divide tu yoyó y mi tutú la llevo por dentro. Es un chaleco antibalas de metal de la memoria. Es la sinápsis de mis órganos recordándome constantemente cuando me tocas que el amor es dolor y que tu sonrisa puede ser un traidor de dientes mentirosos. Dirás de mi muralla de extramuros. Diré "lo siento" ante tu ejército a las puertas.
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