18 septiembre 2006

Cerillas

Cansada de ser vendedora de fósforos hoy descanso en la orilla. Nada me ata excepto los recuerdos y las culpas de luto velando. Hoy la orilla me consume y me ofrece su cama blanda de yedra. Me dice "duerme" y me convence con calma materna, arrastrada.
¿Dónde abandoné pedazos de mi sonrisa? Están llamándome pero sólo llegan imágenes del eco. La vendedora de fósforos para las noches frías se pasea sin abrigo.
Acabo de hablar con Nimia. Ella siempre sabe qué es lo que me pasa y me habla claro porque me conoce. Nimia siempre dice que es mejor evitar los "paños calientes" a la hora de dar un consejo. Por eso sé que tiene toda la razón del mundo cuando me mira con sonrisa cómplice y me avisa de mi actual estado de reencuentro. Según su teoría, después de una gran explosión en la que hemos ido repartiéndonos como pequeños fósforos momentáneos, llega un momento en el que necesitamos volver sobre nuestros propios pasos para cerrar círculos, para recoger trocitos abandonados que siguen llamándonos desde el pasado una vez consumidos... En verdad la explosión ha tenido que ser muy grande porque ni siquiera sé en qué paso fui diluyéndome. Demasiado dar de mi. Demasiado buscar sin abrigo. ¿Por qué no puedo evitar esa expedición por la vida? Exijo una reunificación. Una Atalaya libre e independiente.

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