27 noviembre 2012

cambiandopieles

Y yo qué le diré a la piel que cambia,
cuando deje de ser mi piel
para volverse abrigo sin cuerpo

qué le diré a la piel que cambia
la que me abandona
al nacer de tu pupila
la que se queda muda
y, dermatológicamente sin lógica,
trepana pedazos de aorta
que punzante
bombea sólo tú, tú, tú

qué le diré a la piel que cambia
la que me desolla
lacerante
desde el tobillo

la que no abriga,
el deshecho protector

cuando yo, embrión
larva,
origen,
no pueda discenir
entre mi acto y tu potencia

24 noviembre 2012

Alicia Relativa

"La muerte espera al otro lado del espejo", le dijeron a Alicia el conejo blanco, la rosa reina del jardín y la llave de la puerta cuando esta se zambulló de pleno en un mar de narcóticos y la macropsia empezó a hacerle sentir pequeña, tan ínfima, tan ostra inocente camino saltando y canto feliz directa a las fauces de la morsa.
Tamaño y perspectiva son dos inventos que la retina del corazón usa para su propio beneficio. Para seguir palpitando sin que los miedos, las dudas, arañazos y miserias paralicen nada.
Donde sístole es lupa, diástole, catalejo.
Y así, acercándome o alejándome de ti, el dolor se vuelve sólo cuestión de distancia.

22 noviembre 2012

medias (a)

no hay nada irremediable
excepto la vida
así que todo es bambalina
y nadie ni nada
remedio infalible

SER

La mala educación


Piedra a piedra,
la reeducación desde la base.

Olvidar grava cemento

Excavar y quizá,
una ruina que valga la pena.

¿Habrá un alga primitiva,
una célula llamada Descanso
el final de un examen y luego a la deriva?

Silencio, niños.

Dejad que los mayores terminen la tarea
para que puedan salir al patio
a jugar a la pelota
y a los médicos -escondidos-
detrás de un banco del recreo.

REEDUCACIÓN.

Aprender a ser como nadie
Para ser alguien de una vez por todas.

O todas mancilladas
ya no hay inmaculadas
que se llamen como yo
a media noche y sola

Un azote
Copiar 100 veces
esa frase que empieza con “no volveré a”

Forrarse de niño
y comerse a los hombres

Ovejas con piel de lobo
de las mías
las maestras,
directoras de orquesta,
dueñas de burdeles

y en los restos del opio,
subir las escaleras que llevan al sótano.

La “a” con la “m”
siempre fue “mu”

Un mugido rumiante
que alguno de los 3 estómagos
podrá entender

Tanta estructura para tan poco prana
chi
ki
aliento vital

De qué me sirve una casa si no es cobijo.

18 noviembre 2012





Mujer saliendo del psicoanalista (podría ser Juliana)
Remedios Varo.

Los ojos me miran desde el pecho,
Soy yo y las pupilas de otra que lleva mi nombre.
Soy yo y las pupilas de otra que se llamaba como yo hace 5 minutos.
Tiene un real decreto en las pestañas
que ha decidido exiliarme al país del verde uva,
de la fermentación alegre,
de las raíces sin cosechar.

Me mira desde el pecho y se pregunta
si no seremos de otra viña,
si nos gusta por igual el humo
si sabemos recordar las caras
o por otro lado,
no estaremos confundiendo al amor con vaho,
con el dibujar en un espejo después de la ducha
o en el cristal del autobús alado que vuela sobre
Ketama queriendo dar lecciones.

Me miran esos ojos desde el pecho
-que son más ojos que los que tengo en la cara-
y me auscultan con el cristalino
el cristalino corazón bombeando agua
regando al mundo,
regalos tristes de sequía.

El velo, quiere seda,
me grita espalda
y sabe llevarse sobre la sien
que no piensa
al castigado rincón del ser.

El velo y la polilla del armario
el pulgón de la savia
roe mis secretos
hasta vomitarse de arcilla.

Sal de tu sueños,
sal ahora que puedes.

Rebélate contra el diván y rebélate

Puedes convertir en incienso
todos los relojes y el perfume y los relojes
mientras escancias la mente
y la vacías

glup

tesoro a tesoro hasta ser tan pobre que por fin te sientas viva.

Rebélate y quizá
sácate los ojos

que te miente la mirada
que te miente doble, perra, verde

Y sabrás fortalecerte
cuando el otro te abandone
cuando Ramiro I El Monje
se precipite
como un caer de párpados sobre la mesa lectiva
hacia el fondo concéntrico
de todos los padres que obligan.

Rebélate
ante el yugo
el hombre
el príncipe azul
el naranjo que quiere atarte.

Y podrás exprimir la mirada del pecho
hasta que nadie sea más que nada

siento que las teclas del teclado
son lo mismo
y es cierto que arpegio conmigo
lo que no sé arpegiar ya sola.


08 noviembre 2012

Terapia en la cocina

Ahora que todo está en calma, que el aceite espera hirviendo en la cazuela mientras decido cómo cocinar mis perdones, tengo que confesar que el perdón más grande, el que más harina lleva -y por tanto es más jugoso y más miel; el primer perdón cocinable en esta olla de barro lenta y sapiens que me ha dado la causalidad del devenir, recae en perdonarme a mi misma. Y recae porque ha caído ya tantas veces que el "re", como en "reducir" y "repensar" es más bien una formalidad del tonto destino conocido como "conciencia de una siesta a media tarde".
"Perdón", diré tras prólogos de mermelada. Perdón en el postre, tan especial que sabe a alcohol. Un sabor único, que deja un poso en la garganta inclasificable, que no es dulce, picante ni salado, que no es amargo ni agridulce. Es un sabor en sí mismo. Como mi perdón. Especial y único. Lengüetazo de sola sabiduría. Cociendo en olla de barro puesta a punto y lista, con el aceite hirviendo. Quizá así, con esta indeleble huella de quemadura post accidente culinario pueda recordar, cada vez que me lleve las manos a la cabeza clamando al universo por su vacuidad plena, que me perdoné un día. Que me di carta blanca para equivocarme, para saciar la curiosidad de mi melancolía arrastrando penas en forma de escapes y poemas, que me di carta blanca para seguir queriendo como mínimo, a mi carne. Carne que resiste los sofritos, el rebozo, que resiste ser picada por termomix alguna, que permanece lozana al paso oxidante del oxígeno corrupto. Ahí aguanta, descongelándose en la bandeja sin temor a los ratones, mi carne macerada en mil perdones, esperando el perdón último para sobrellevar la creatividad de posibles degustaciones, de mercenarios apetitosos que sucumbirán, sin duda, a su infantil epifanía. Porque quizá el perdón llegó tarde escapando de las primeras impresiones -grabadas a fuego- en el cerebro, pero las epifanías, esas llegaron pronto. Y ahí quedaron, cuneiformemente estampadas, como impulsos eléctricos que no pueden destrozar las neuronas golosas que reverberan una y otra vez aquellos refranes temibles que subrayaron nuestra infancia. Esas epifanías dichas por dioses que más allá del Olimpo llamamos "familiares" que nos atan y a los que arrastramos.
El agua de Heráclito diluye el poso pero han tenido que pasar muchos años para que cambie entera.  Será que llevo dentro el río. El río y no el agua. Será que no termino de conciliar los elementos, los múltiples elementos de mi cultura milenaria, que no es árabe, ni hindú, ni china, que sabe a tierra labrada, alfalfa para el ganado y sierras escarpadas. Que sabe a estepa y a luchas de Caín y Abel, de Dumuzi y Enkidu, a neolítico permanente. El agua que pasa sin terminar de amoldarse al cauce, tan pequeños los meandros que no me llegan como no me llegan los vientos, ocultos al oído tras la pasión de las cuerdas qué más da si son de violines, violas o guitarras.
Vamos a hacer la despedida sana, sola y centrada. Vamos a ponerlo fácil. Sólo tienes que dejar el bolígrafo al decidir la última palabra. ¿Cuál será? ¿Será que no tengo última palabra como no tengo perdón último? ¿Será que tras la pregunta se esconde un interrogante sin final?

fragmento de la acción

"Pasaba tanto tiempo escribiendo sobre él que, a fuerza de ausencias, él terminó creyendo que, en el fondo,  no le quería".

Guillotina

No habrá solución social a la situación presente.
Sólo una voz que pregunte y un eco que responda.
Porque en nuestras preguntas se encuentra la respuesta.
Porque las bocas y las voces no son sociales: son de carne, necesidad y besos.
No habrá solución social a la situación presente
Y si la hay, será de celulosa imaginaria
proyectándose en nuestra mente.
El deseo incorpóreo, lo inmaterial del corazón
reventando reinvenciones de la explotación que nos envuelve.
No habrá solución social a la situación presente
porque el enigma del hombre masa encuentra su némesis
en el poder de la mujer autista.



Como pez en el agua

Hola, buenos días, hablar del tiempo, preguntar por la familia, pedir un kilo de patatas, buenas tardes, pagar la cerveza, ¿a qué piso va?, cuidado con el perro, pues parece que ha quedado buena tarde, la siguiente calle a la derecha.
¿Dónde queda el espacio en este vasto mar para hablar de otra cosa que no sean palabras de peces?

veintegotas

Sólo hicieron falta 20 gotas para llenarme, rebasarme, causar la extinción de todas las especies de amor de fauna terrestre, acuática y de la vida de los astros.

20 gotas y se inundó todo. Me ahogo. No me cabe más en el pecho.
La gota 21 es un puñal en piezas de puzzle,
es hecatombe y dueña del futuro desatando el caos
en este reino que gobierno con poco tino.

Picos, pupilas, escamas y mares.

Instrucciones en el envase.
Conecto a la red tu interruptor
Abro la puerta y carrusel.

Cuenco hecho con manos
Con la boca abierta pidiendo
cuando el beso es agua y precipita 20 gotas,
matemática de lengua en el valle

Por su propio peso, porque no se puede evitar ser víctima de la gravedad de los cuerpos
Por el grosor de la expectativa y una página descalza.

Cuando línea de fuga y línea de meta y línea del folio
Son lo mismo.

Línea con la que perpetrar un récord.
Varios puntos aleatorios que, unidos, conducen al mismo punto:
ese que tú llamas labio,
el que yo llamo gota
y que apellido océano que se apoya en la sangre.

Chitón


Habla más bajo, corazón. Que parezcas mudo, que torpe y quedo apenas balbucees su nombre hasta que desaparezca lo evidente y su verbo y su piel sean sólo distancia.
Habla más bajo, corazón. Camufla la risa, ahoga el gemido y sube la música de fondo, esa que se pone en lugar de una incómoda espera hasta que la afasia-quizá de tus arterias pare de bombear la presencia onírica, el despertar brusco y frío, trabalenguas que los gatos se comieron.
Habla más bajo, habla otro idioma, habla hacia adentro. Habla sólo conmigo, o a la pared, o al papel eterno. Habla más bajo pero aprende.
Este es un camino de ida: dos piernas y una oportunidad.
Habla más bajo y siente menos. Papel de periódico antigrasa, envuélvete y chorrea eso que te sobra. Camino por la calle bajo la lluvia picoteando los restos, el aperitivo caliente de los amores extrauterinos en un cono de papel que contiene de todo menos palomitas.
Que grita como si le hubieran clavado la punto del bolígrafo en la mano que no, que todavía no ha aprendido la lección, que los bancos de clase están vacíos, dan las 5 y cuarto en el reloj y él sigue escribiendo “no volveré a gritar verdades” hasta 300 veces en el cuaderno de ejercicios.
Habla más bajo y lava los trapos sucios con métodos sutiles. Sin lejía, sin frotar, sólo con la respiración acompasada, con control muscular y candados en unas manos que siempre tocan mucho.

Sin saber


Sin saber de qué, qué
De qué hablar-escribir-pensar que resulta que son lo mismo sólo que con variación en el punto de acción del emisor-receptor; que el lenguaje, el mensaje, está intacto porque te hablo-te escribo-te pienso y de ahí al divorcio de las letras sólo hay un paso que estoy vacilando si dar o no dar. Ya. Salto. Casilla de la oca. Tengo la ficha roja y avanzo un 6 de los dados benevolentes de la diosa del azar.
La ignorancia, sin saber de qué, qué, va a una fiesta de disfraces vestida de filósofa presocrática, se pone fina a cubatas y se acerca, felina, a hablarle a la inteligencia con el pecho desnudo. Flechazo instantáneo. Están hechas para romper la una a la otra en algo más íntegro. El cuadro solitario que cuesta el salario completo de 10 familias durante todo un año permanece colgado en la galería de arte sin saber de qué, qué.
Hay un pozo, un aljibe romano que descansa bajo los cimientos de la casa de mis abuelos que, sin saber de qué, qué, podría desencadenar una ristra de turistas interesados en el románico aragonés haciendo cola para fotografiar el pozo al lado de la ristra de chorizos, setas deshidratadas y almendras que hay en la bodega familiar.
Y las cosas que sin saber de qué, qué parecen calientes, lo son. Y mucho. Y si las tocas sin saberlo, te queman. Mira: aquí está la marca, señal cicatriz que me hice sin saber. Ahora lo sé, así que sólo toco cosas frías. Hielo, por ejemplo. Y me visto con ropa térmica, eso sí.

Afasia

Desde dentro se escuchó un gemido.
Fue al quebrarse,
Fue la marca de la ausencia,
La campana al ocaso

Fue el inicio

De finales, María hablará de finales
Cuando se canse de parir
cosmogonía y agonía

Cuando se canse de estar cansada:
"Derribar todo para empezar de nuevo",
"La pasión de destruir es una pasión constructiva"
Y de tanto cavilar para entenderlo, al final, soy martillo

¿Desde dentro alguna vez te quedaste sin respiración?
Desde dentro se oyó un gemido
Fue al quebrarse
otra vez más
           Maldito corazón sin garantía

Fue al sacarse el apéndice vértice
punto de inflexión
perdón que no llega nunca

Fue al entender que la soledad
siempre estuvo en el mismo sitio

Gemido. Aceptar. Desde dentro

Vivir entre dos paréntesis.
Vivir en duda y en puntos suspensivos
Vivir en un pictograma, en un jeroglífico
en código morse, en un gesto manual.










libre asociación libre

Hielo - escarcha - alud - nieve - frío - cadena - navidad - origen - destrucción

Siempre llego a la ruptura.

Triángulo

Yo, miento
Tú, escuchas
Él, mira
Y el triángulo crece isósceles, isósceles, isósceles
Hasta hacernos dos extraños que duermen juntos

Una parte de mi es vértigo; la otra, es lenguaje


Se aprende a hablar antes de adquirir equilibrio. Los primeros pasos -agarrando fuerte con las manitas todavía demasiado pequeñas como para no usar un diminutivo infantil- ya se dan con la conciencia de entender las palabras de aliento y la cadencia de las expresiones que en cualquier idioma suenan igual para expresar aprobación o desprecio.
Me levanté, me mareé y me caí sabiendo siempre cómo quejarme, cómo exclamar un “ay”, un “ayuda” y un “lo lograremos”. ¿Juntos?
¿Me persigue acaso el plural de los brotes, el colectivo microscópico de múltiples vidas en un centímetro cuadrado de selva?
¿Juntos?
¿Aprender a andar y a hablar para andar siempre sola haciendo comentarios individuales que nadie responde ni siquiera con una leve inclinación de cabeza en plan “entiendo perfectamente lo que dices”?
Hablo y camino por mi cuerpo, de arriba a abajo buscando el desperfecto inicial, la grieta primitiva, la humedad desgastada.
Hablo y camino por mi cuerpo comiéndome en espiral.
El oído es el causante del buen equilibrio.
Algo falla si no escucho más allá de mi voz, del monólogo del cerebro reptiliano que, en realidad, se contenta con sexo, comida y caricias en la espalda.
Es el apuntador recordando los versos siguientes desde su caja, la arenga vital y, a partir de ahí, puro teatro, jerseys, bufandas y mantas, muchas mantas cubriendo los rotos de la vida.
El cerebro reptiliano- soy anfibia
Con la casa-culpa a cuestas me cuesta reconocer el hogar al que no supe llamar hogar. Ventanas azules, verdes escaleras y, si tiene un techo, es cobijo.
Me guarezco, pierdo el equilibrio y termino cayendo en un lecho de plumas suaves que después me exige pagar el alquiler por adelantado.
Mitad mareo – medio marea. Subo luna y asciendo hacia tus besos.
De los labios salen palabras y a los labios va el silencio.
Se queda cicatrizando más lo dicho que lo callado aunque a veces, la ausencia de conversaciones sea el peor arma de destrucción masiva para quien anda y habla.
Pasito a paso, sílaba a sílaba me repito hacia adentro todo lo que espero llegar a decirte algún día hacia afuera.
Gritando sobre mis piernas, me levantaré, haré un catering con mis cadenas, se las ofreceré al mundo en forma de delicados canapés de hierro y, ya sin andar, ahora por fin volando, brotará la verdad como canción desde el pecho.

..Cosas inevitables...


Rascarse donde pica
Comer con los ojos
Leer una frase publicitaria
Bostezar cuando lo hace otro
Cerrar los ojos y echar una cabezada en el trayecto del 168 bajo la lluvia
Desnudarse cuando hace calor
Vomitar el litro y medio de vino
Fumar después de comer
Darle un beso a un bebé en el moflete
Estirarse tras la siesta
Meter las manos en “eso que parece tan suave”
Tararear la canción
Quedarse sólounratitomás bajo el agua caliente de la ducha
Soñar
Comerse las uñas
Explotar un grano
Asomarse a una ventana desde un piso muy alto
Reírse cuando alguien tiene una caída tonta
Gestualizar cuando no sabemos explicarnos
Gestualizar cuando no nos oyen, como por ejemplo, desde el otro lado de la calle.
Llevar el ritmo con los pies en un concierto
Sudar al correr
Mirar a un chico guapo 
Fijarse en el título de los libros que lee la gente en el metro
Hablar con una amiga en mitad de una clase aburrida
Esquivar un charco profundo
Jugar con las gotas de lluvia que resbalan por la ventana
Dejar caer gotas de agua en la mesa para jugar a que hay lluvia
Llorar -a veces-
Mirar el correo electrónico
Despertarse cuando te da el sol en la cara
Adoptar un acento raro al vivir en otro país
Recuperar el acento propio al hablar con tus padres
Leer las noticias
Comerse el último trozo de tortilla de patatas
Perder aquel papelito donde anotaste aquel teléfono
Sacarse las bragas del culo y fijarse si se lleva la falda bien puesta
Toser
Quitarse una legaña
Enamorarse de ti

Où est la trêve?


Entre nous, c'était la guerre
Guerre de l'amour
Guerre de l'espoir
mais c'était la guerre, après tout




06 noviembre 2012

Bomba de relojería

El día que todo explote
me llamarán Meteorito

y la lluvia de estrellas
será el polvo que nunca eché,
el puñetazo que quise darte
un mordisco sin dientes.

El día que todo explote
-o que explote toda-

la granada que tengo en el pecho
regalará mis tetas al aire

y saldrá una larva de dentro

que se irá a anidar
lejos-sola
a cualquiera parte que se llame
biladi
uatni
dar inu.

El día que todo explote
descubriré que no tengo sangre
que mi regla es verde
y que soy daltónica.

Podré gritarte
¡AAAAAAAAAAH!
Porque no me importan tus tímpanos
ni tus caracoles ni tu
trompa de Eustaquio

-qué pesados todos queriendo ser músicos sin serlo-

Pero no explotará nada.
Nunca.

Porque no me atrevo a odiarte rápido.

Porque este veneno,
es veneno lento.

Porque mi torrente
Es garúa de dolor.

N'importe quoi

¿Acaso hay que mostrarse?
Mostrarse de esta forma impúdica
con un disfraz de un tal Anónimo
buscándose en el resto.
Hipócritas con seda.

¿Acaso hay que mostrarse?
El único público que necesito está dentro
El jurado que me absuelve el amor,
una madre siempre a mano,
la más triste en tu bruma.

No me importan los lectores,
Sólo me importan las lecturas.

Espacio mio y para mi
porque si vomito tu nombre
sólo quedarán vacíos.