21 octubre 2010

océano de papel

soy yo. un océano de papel. desde aquel muro sandinista que trastocó mi infancia a la última palabra que he escrito. escrito está en mi mente catódica de iglesia consumida. soy yo. un océano de papel que malraux aburre y bukowski excita a la zaga de una anais nin despierta. soy yo din a 4 en la conciencia derramada.

Muralla infinita

Dirás que es mi piel la muralla infinita que separa nuestras almas. No es cierto, no es la piel la frontera, no es la piel porosa que me cubre. Ella es esponja, alga colador. Ella se aferra a tu cuerpo como sangre seca o pegamento en manos párvulas. La muralla infita que divide tu yoyó y mi tutú la llevo por dentro. Es un chaleco antibalas de metal de la memoria. Es la sinápsis de mis órganos recordándome constantemente cuando me tocas que el amor es dolor y que tu sonrisa puede ser un traidor de dientes mentirosos. Dirás de mi muralla de extramuros. Diré "lo siento" ante tu ejército a las puertas.

Isobara

Tengo un cuerpo de desierto duro. El tuyo es cuerpo de prado y sombra herbal. Mis fronteras están custodiadas por huestes sarracenas con sable y pandereta. Las tuyas las protegen brotes tiernos, sábanas de algodón. Cuando llueve tu humedad sobre mi, me dreno entera. Cuando hago que sople el siroco entre tus piernas sólo consigo llenarte de arena y huellas de pequeños animales. Somos continentes opuestos unidos por isobaras ficticias. Metal del clima alquilando una habitación propia.

Almanaque

Son ya muchos botes de formol. Cristal lleno de manos, dedos y testículos en mi despensa. Almanaque emocional y letrero de neón sobre el dintel de la puerta. No doy abasto a conservar y consumir. A veces es mejor comerse las uñas que dejar que crezcan hasta rasgar los calcetines y los guantes de piel de loba.

Niebla

No puedo evitarlo aunque cuando sucede me asusta y me gusta al tiempo. Se me llena de niebla la retina, lo veo todo del color que quiero y me desdibujo ante ti, me desdibujo como si fuese una pin up de cómic asesinada bajo la lluvia...


taller 3 de marzo

Inventario

Cuando tenía 14 años y lloraba por el primer amor perdido mi madre me dió un sabio consejo. "Tú tranquila hija", me dijo. "Hasta que no hayas repasado el alfabeto entero mejor no te conformes con ninguno". Ese día comencé el inventario de hombres. Ayer volví a llegar a la letra A y todavía no te he conocido.


taller 3 de marzo

Días mejores

La cabeza me tiembla al contacto con el cristal del autobús. Miro hacia afuera y veo días mejores vuestros. Mejores días para todos. Los que duran un segundo, los que hacen que sigamos enamorados de nuestras cadenas a pesar de que continuemos farfullando una falsa adoración a la libertad.
Alguien puso hoy una bomba en el BBVA de Gran Vía y sólo quiero saber quién es para ir y darle las gracias.


taller 3 de marzo

Rachas de viento

Cuando cruzo el puente de San Antón un día de lluvia sin paraguas puedo veros como sois, luchadores bajo el viento, guerreros de las telas enlazadas con varillas azuzados sin piedad por el rayo que no cesa.
A veces hacéis que salga el sol porque nada puede más contra el mal tiempo que una sonrisa que ceder a la rutina con generosidad de madre por un sueldo. Nada puede con vuestras sombras y tempestades.
A veces ser joven o viejo es una diferencia sin peso entre las pupilas que cruzan la calle.


taller 3 de marzo

tierra firme

Tierra firme.
¿O debería decir fuego blando? Sería menos inocente creer que el agua me pesa o que el viento sabe mi nombre cuando se cuela por la noche entre las sábanas y me escupe el final de mis sueñospelícula sin reparo...
Tierra firme.
¡Bah! Meras paradojas, leves engaños. Nadie pisa firme y nadie pisa tierra.


taller 24 febrero

Fiordos

Si hay un lugar en el mundo donde existan los seres mágicos tiene que ser en los fiordos. La sola palabra se desliza por la lengua como si fuera élfico o idioma de vampiros. Fiordos. Una vez vi una fotografía en una enciclopedia cuando era pequeña. Estuve observándola absorta durante horas. Solía pasarme de niña eso de quedarme mirando algo fijamente sin ver, imaginando otros mundos. Aquel día, mientras admiraba ls 300 blancos del hielo y los destellos del sol sobre la nieve en una página satinada, fui consciente de mi capacidad de abtracción . Desde entonces, cada vez que alguien me saca de mi ensimismamiento dándome una palmadita paternal en los hombros, me disculpo diciendo, "perdón, pero estaba de paseo por los fiordos".
La próxima vez que vuelva a desear montar en un unicornio, mi único consuelo imaginario, iré directamente a una agencia de viajes y compraré un billete sin retorno.


taller 24 febrero

11 octubre 2010

mañaneo favorito y comunal

1. Hacer café.
2. Encender el ordenador.
3. Fumarme un piti leyendo contrainformación e información institucionalizada.
4. Cotillear en el facebook.
5. Responder emails.
6. Buscar curro.
7. Hablar con mi gata.
8. Hablar con mi compañera de piso.
9. Yoga y danza.
10. Cocinar.

el que me enseña a respirar

Resulta que el amor no es como me lo contaron mis abuelas, la televisión y los libros de cuentos. Resulta que puede ser todo menos apasionado y desquiciante. Que puede ser calmo, que puede ser un simple beso en un bar tomando una cerveza a media tarde, lo más normal del mundo plasmándose en tu sonrisa que me mira y me ama y no me pide nada ni me exige un contrato ni me atormenta con mañanas y dirás que soy tonta porque siempre he creído que para amar a alguien hace falta perder la cabeza, la dignidad y la sonrisa pero parece que el amor no es como me lo contaron y quizá seas tú el que tenga que enseñarme que se puede ser feliz con poco y tranquilo con nada que la piel a veces es la mejor manta que uno puede echarse por encima a pesar de que siempre llueva en Bilbao o que no queramos poner la calefacción por considerarnos ecologistas habitando el capitalismo con los puños alzados de quien se defiende haciendo malabares ante las prisas del desarrollo de nuestros jóvenes cuerpos mutilados sobretodo por el deseo de seguir siendo jóvenes. Resulta que el amor no es como me lo contaron porque puedes llegar tú, sin pinturas y sin nariz de payaso para hacerme reír de mi inseguridad insectil de antenas siempre alerta. Me entra la risa pero sobre todo me invade el miedo y me aferro a las vías desgastadas de trenes a los que subí, con los que me di un paseo y que abandoné por mil motivos: inseguridad, egoísmo, torpeza, egoísmo, cuerpos y mentes más densos. Pero la densidad de tu cuerpo. La densidad de tu mente. El descubrirse seguros, con pausa y con el amor guardado como el último pedazo de dulce bajo el cajón de la mesa. Eso es amor latiendo. Ese eres tú que me das una lección de aire sin cobrarme entrada al paraíso.

maldito facebook

Contigo me siento una espía,
una Mata Hari disfrazada a la que se le ve el plumero por debajo de la liga,
cobarde,
derramando veneno en tu copa
para beberlo yo por error de principiante
en cuanto giras la esquina.

Contigo me siento medio inspector Clouseau medio Gadget,
Y te persigo a ti, pantera rosa en el Caribe
Desde el deprimido cristal hueco brillando
Al otro lado del océano
Sin ser ave, sin ser pluma
Agente secreta del pasado
que rastrea en el futuro
Un reguero de prisa.

Contigo y ahora lejos
me late el corazón de detective privado.
Te observo
sintiendo la estupidez del voyeour
al otro lado de la piel.
La siento, caliente,
al otro lado de mi cuerpo.
En la víscera de hormiga.

No quiero rastrear tu huella
Siempre que pierdo la mía.

No quiero enfundarme en cuero
Para ser catwoman velando un tejado.

Bastará dejarte ir
Pero bastar es 24 horas sin pensarte.
Demasiado tiempo en tu “dónde estás, amor”
ahora que te he perdido.

Así que me hago la espía
y vivo mi vida contigo
abrazando tu sombra.

03 octubre 2010

invierno o el despertar de la conciencia

Empiezo bajo cero de nuevo. La chica del anorak se mueve tras el asfalto como si ambos fueran serpientes. O más bien lombrices trabajando en una maceta, adueñándose del espacio de terracota neolítica. Un tren de la bruja descarrilando en la feria del pueblo. El río intenso al mear la cerveza de tres horas en la puerta de un garaje. Curvas naturales. Grutas bajo vientre. Morena eléctrica tantea el frío. Zarpas de gato hieren moscas. Empiezo de nuevo bajo cero. A varios grados del calor ovárico. Distancia adversa. Clima hundido. La preposición que innaugura tus proposiciones no me cuadra en este texto. Búscate, querido amigo, cualquier otro guionista antes entrar en mi cama. Porque está helando ahí afuera y traes el hielo en tu pene y no quiero un falo acristalado por la escarcha de tus dudas. No quiero un consolador estático, un abrazo robótico, un beso robado al despedirte en la salida de ferrocarriles de la generalitat de cataluña. No quiero bajo cero si no es blanco lo que decido, todo aquello que mi arco de loba recabe en la espalda. Y decido empezar de nuevo archivando lo malo en forma de preámbulo, en forma de libro de autoayuda inerte sobre la mesita de cabecera, bajo la cera derretida de la vela que me alumbra. Aquí está, aquí lo tienes. Pero da tanta pereza tocarlo... Es tan doloroso abrirlo...
Empiezo bajo cero de nuevo. La chica del anorak regresa con sonrisa de subnormal a hacerte la vida mucho más amena. Como si fuera un anuncio sobre lo increíble que es todo ahora que está tan lejos la primavera. Ahora que llega el solsticio de los orgullosos que no se arrepienten de lo que dejan atrás o de lo que no dejan atrás. De los que se cuelgan amores como si fueran chorizos. Arrastrando por la tierra el pasado en latas de conserva que conservan estupendamente el miedo y los rencores provocados por 6 clases de fobias diferentes tintineando su escasez de perdón y olvido. Por eso empiezo bajo cero de nuevo y me siento libre de chorizos y latas y consoladores de hielo y cera y abejas y mosquitos de beso pegajoso y señales de “stop” redondas y coloradas como manzanas ante el camino de Atalanta. Me vuelvo Psique, me hago el harakiri, sucumbo ante la depilación láser y deletreo mi nombre en la ventanilla de funcionarios que ya están bastante ocupados ocupándose de sí mismos. Comienzo otro cuaderno, esta vez sin letras de puntitos que repasar, porque aprobé el primer curso con buena nota. Iba siendo hora de aprender a multiplicar ahora que estoy en segundo en vez de restar y restar y restar, restar en la siesta tras la comida equilibrada de guardería infantil. No necesito cuentos para conciliar el sueño. La vigilia ya me parece una fantasía perfecta. Solo que no soy yo quien maneja los hilos, ni yo la campesina holandesa renegada, ni yo la filósofa griega en mitad de una crisis nerviosa, llorando por la mercantilización del ágora, por la venta del pensamiento. Érais yo quizá, mitad disfraz mitad carne. Érais yo a medio empezar y ahora soy yo comenzando desnuda el primer párrafo que alienta el destino.

empastes

Para empezar a sonreir sólo me hacen falta dientes. Dientes de azúcar, los labios partidos. Para empezar a sonreir sólo me hace falta una mentira, un mono encerrado en la jaula, un “tú busca, que lo encuentras”, mirarme en el espejo de quien mira. Para empezar a sonreir me basta ser el consejo, sentirme madre, mujer, hermana. Y todo fluye como fluye quien se siente útil frente a la necesidad del solitario. Frente a la pena diaria, más lacerante que el viento vomitando sobre arcilla. Frente a frente. Mi lengua será trinchera de los justos, ballesta de miel sobre el pecado. Y ya no habrá más pan seco sin leche. Ya no habrá más nanas con cebollas para quien no tenga merienda. Mi boca sonríe y yo soy un poco más fuerte que antes de salir de casa. Salir sin llaves, volver a la mansión hecha una reina. Todos los puentes son mi sala de estar y todos los torsos el torso del amante. El torso perdido. El amante muriendo. Pero yo sonrío. Soy dúctil como un pelo elástico. Soy el torso, la lámpara matinal sobre mi cabeza nocturna. El tarareo al compás de los pasos. Como si fuera luz, sólo luz saliendo de la noche. Sólo luz volviendo a mi cuarto.

comadres

Miro y admiro
observo y relamo
tu útero, hermana,
tan lleno de respuestas.

Tan pleno y luna erguida
que sólo me tienta
empujar la corriente con las manos
intentar, como pez creyéndose el agua,
ser quien aviva el río.

Delineo tu interrogante,
la curva con punto y seguido que dejaste abierta
y me cuestiono, hermana,
si la confianza no será barro en las manos
y este palpitar, pálpito de nada.

Mientras tu corazón de fresa
estoico y elegante
se mece sobre la pared
clavado en una aguja,
cruzar el universo
semeja una batalla;
tu consejo, antiguas vidas,
tu sol de postre, eterna llama.

Miro y admiro tu útero fértil
te sigo despierta
dormida me sanas.

en sintonía

La frecuencia de la tierra es menor que la del asfalto. Por eso en la naturaleza nos sentimos más tranquilos, más conectados con nuestro ritmo cardíaco. Por eso, tras un paseo por la montaña o la playa, cualquier suelo que no sea artificial, podemos sentirnos serenos. Mirar arriba y abajo y decir que son lo mismo. Encontrar el todo en la pluralidad del ser. Cuando estamos en mitad de algo puro y palpitante como la tierra descubrimos la resonancia de lo esencial. Nos convertimos en radiotransmisores que, de repente, comienzan a sonar nitidamente, como si llevásemos largo tiempo tratando de sintonizar con nosotros mismos sin lograrlo, dando vueltas y vueltas a las ruedas del complejo mecanismo interno que nos paraliza. El contacto con Ella nos devuelve la voz.
En realidad, esa alegoría de los transmisores podemos trasladarla a cualquier experiencia vital, especialmente, a las relaciones humanas. Cada uno tenemos una onda diferente, vibramos de forma distinta. Cada uno tiene su frecuencia, su intensidad y su forma y si te fijas bien, en mitad de una calle abarrotada, pongamos que hablo por ejemplo de Portal del Ángel, en pleno corazón de Barcelona, el vaivén de cuerpos sutiles bien parece un concierto desafinado. Muchos gritan sus sonidos internos, otros susurran. Hay quien tararea con maestría y quizá otros optan por sepultar su sinfonía personal. Todos nosotros somos una particular onda sonora. A veces, de forma espontánea, sucede algo bello y fascinante: confluimos en un coro en el que nuestras voces se acoplan a la perfección. Es entonces cuando podemos decir aquello de “he encontrado mi sitio”.