09 enero 2009

el tacto es el primero de los sentidos

me rozas
con tu piel me rozas,
y aún más con tu voz ausente,
me rozas la sangre hirviendo,
la arteria servil,
todas estas venas llamando tu nombre

árame cada día
que soy surco yermo,
que soy tierra ingrata que olvida
tu tacto
a pesar de olerte en mis huecos,
en los resquicios de cuerpo sin agua
como la guarida que tengo
enredada en las ingles
donde percibo siempre tu vacío intacto,
la espalda de labriego que me cuida
para luego dejarme en barbecho de soledades

me rozas
con tu silencio me rozas,
y tan adentro me gime tu ausencia,
que hasta la nada duele,

hasta el sigilo tuyo,
esa omisión del querer
que me acaricia lejano,
que sólo sabe espiarme a medias
los escondites de polvo y sábanas
que en el fondo me forman

me rozas el espacio hueco,
me dueles con él
y a pesar de mi cáscara,
sigues doliendo

08 enero 2009

metales pesados

el orgullo es la más densa de las emociones
porque carece de manantial:
él sólo es fuente y cántaro al tiempo

se llena con rabia
se vacía con pena

hontanar del retorno,
¡todos los kilómetros que tengo que recorrer
para venir a llenarte
y luego te extingues por el camino
dejando a tu paso un ejército de bulbos fieles!

regar el ego
trae consigo avatares de escarmientos
y briznas verdeando la orilla

(o de todo se aprende)

la posada del cuerpo tras el valle

"Boca", Margarita Franco Samagustín

Sentir es un agravio de bocas grandes
sólo pidiendo

Si no pides pan ni peces,
tuyo será el reino de los cielos
y el estanque de corazón

Pasa, amor, por mi boca de piñones
que no quiero abrir del todo
por si las penas y las glorias
invaden mi lagar de lengua
para fermentar pasión con tino
y así matarme

Pasa, amor,
sin reposar en esta fonda que teme,
sin pedir vino ni nueces
a la mesonera del diván eterno

Sólo tengo ofrendas
en el libro de visitas
pero quisiera pactos en vez de flores
rubricando lo efímero

Quisiera desterrar el delantal
de la que sirve por honor
hacer de mi posada febril un castillo
donde sigan manando mis pechos
y pueda abrir la boca sin temor
a tragar lo dicho a plazos

Pasa, amor,
de puntillas sobre el parador de mi valle

doble o nada

el tiempo de las valientes
dirá quién tira la piedra,
quién recoge los pedazos
y cómo escapar a la injusticia de la piel

el tiempo, que tanto sobra
y que a veces, sólo como en ascensores,
se detiene a sí mismo
para carga y descarga de niebla cobarde

hay batallas que parecen guerras
cuando cosecho grava de resultados

y guerreras lanzando primeras flechas
hasta que sólo queda en pie
la última rostro pálido
cantando al sol sus dudas de sangre

adivina quién puede más:
la zozobra o el barquito azul,
mi lluvia o tu balsa llena.