27 febrero 2014

Plenitud que tiembla

No hay ninguna diferencia entre la soledad o la felicidad del compatir. Las dos son lo mismo si se viven con plenitud. Miro las luces casi apagadas en el techo. El rescoldo eléctrico, la huella fluorescente. Y qué más da el brillo malentendido si la comprensión nace de la oscuridad, de ese viejo trastero llamado "corazón" que se siente lleno estando solo pero finge alegría con abrazos extranjeros. El único idioma que habla lo habla con lentitud y se entiende igual entre lo que se da y lo que se pierde. Vuelvo a ti en lo perdido.
Me encuentro en cada rincón que anuda el pasado en este ritual de santería, desplumando gallinas y consuelos y discursos.

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