Tengo nutrias en el estómago.
Son dos. Bucean.
Quieren ser castores, levantar barricadas en el píloro.
Hablan de grandezas
mientras comparten un cigarro
tiradas en la orilla caliente:
La orilla visceral.
Pero no saben cómo serlo,
si es que hay que convertirse desde dentro para ser algo
o vale sólo con hablar de ello y ponerse un disfraz.
Si es que no será mejor haber nacido nutria,
seguir siéndolo,
amar cada vez más la orilla de mi víscera
y todo lo caliente que tiene de sangre en mí.
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