27 julio 2013

Reiterándome



La repetición tiene una virtud milagrosa:
A veces consigue que se vuelva verdad
una mentira a medias.
A las completas, las crea diosas
y a mí, súbdita del otoño eterno,
me reserva un continuo atardecer.

Lunas llenas repetidas de lunas llenas
cada vez más consecuentes por ser lunas.

Las camas, a partir de hoy,
se bautizan con tu nombre,
se estrenan en tu espejo,
una tras otra
como tu perfil reflejado
uno tras otro
como mantra o palíndromo
hasta encorporarse en lo real.

Reiterar significa recorrer el mismo camino
–inevitablemente–
aunque ya sepamos a dónde conduce
aunque pasemos tantas veces delante de la misma fonda,
la misma piedra,
el mismo arroyo,
que creamos que todo es nuestro por derecho,
por inercia de paso constante.

La naturaleza y lo salvaje de la civilización
nos pertenece ahora que ya lo vivimos antes

como me pertenece esta tristeza
o la dicha de vivirse.

Reiterar lo falso,
el espejismo del querer,
la fusión, mixtura de córneas,
el espasmo, grieta de lo dicho,
todo lo no callado
buscando un estómago
en el que fermentar.

Reptar o repetir
sobre el vientre del error
que simula ser acierto.

¿Cuándo poner la mano en el fuego
sin un extintor cerca?

Mojarse en medio del océano:
Con el agua hasta el cuello,
mojarse es de cobardes.

¿Qué significa “arriesgar” cuando no se tiene nada?

A veces
repetir
puede conducir a lugares de ensueño.

Si no,
Continuará…

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