12 mayo 2008

poesía cuentista (I)

He sido cobaya recién salida del laboratorio
Con las maletas en la puerta mirando ese nuevo mundo
Una calle virgen llena de amapolas y opiáceos naturales
Malversando mis músculos

Me calo el bombín negro con aplomo y piso el cemento.

Las maletas van vacías y cada una lleva dentro un solitario veneno
Dos tarros de púrpura óxido
Que causan, sin embargo, distintas secuelas
Recuerdan a la vida y la muerte dándose la mano
Porque ambos son rayo cósmico en mi pecho
Pero mientras que uno me asesina, el otro me otorga la tregua de la luz

Echo a andar calle abajo
Bombín y esmoquin reluciente
Flotando sobre charol de pajaritas
Mientras,
Los frasquitos de veneno tintinean dentro de las paredes
Acolchadas de las valijas en movimiento

La magia me tiene presa siendo ave esclava del pañuelo rojo
De polvos de hada que respiran suave
Para rendirme culto en el monte de venus

Alquilo una habitación en un motel de poca monta
El papel amarillo que envuelve el crujir de la bombilla
Me regala atmósfera de soledad para sanarme

En pausa saco de las maletas los frascos de veneno morado
Los observo desnuda en la cama de sábanas viejas
Y hago girar los tapones como espiral
Que asciende vapor en serpentina

El olor es tan similar, que me transporta a los mismos prados
De esperanzas
Y la casualidad puede ser tan atroz cuchilla
Que la punta de mi lengua os hirió a los dos en vela
Penando ahora en el caldo de estas pociones

Ganáis en el paraíso del Acaso
Del Elige tu propia aventura
Para sorprenderte en mil finales

Sigo explorando el aroma de los botes.
En el motel todo está tranquilo
Y tan sólo se escucha algún huésped nocturno
Haciendo rechinar la madera del suelo del pasillo
De vuelta al lecho

Humedezco la yema de mi dedo índice con el primer veneno
Y deslizo el aceite narcótico alrededor del ombligo
Al cabo de pocos segundos comienzo a sentir los efectos
Y se declara el estado de sitio en mis venas
Bombas atómicas calcinan mis sangre
Mientras sigo dibujándome el cuerpo con la untuosa pócima
Que me azota
Tan feroz y adictiva, que casi me sepulta en llamas

Por eso no sentí el temblor cuando participé
En la segunda orgía
Y por eso ni el brebaje sanador, el único que abrió puertas
Quedó como héroe de epopeya trasladada

Pero ahora es su resto quien me alimenta la piel
Del querer ser abrazada a medias
Y es su eco el que me recuerda mi sello de guerrera
Cuestionando los días

“No puedo beberme los dos botes aún”, concluyo en delicadeza
Vuelvo a enroscar los tapes
Guardo el veneno en las maletas
Salgo del motel
Y me como la vida como si fuera un sueño

1 comentario:

Antonio J. Delgado dijo...

sigo siguiendo, cada día me resulta mas fácil hacerlo