25 marzo 2014

La ruta natural

Atravieso el puente de alcántara,
el desierto del sáhara,
las montañas de tian shan:
todas las tautologías
se condensan en los caminos de la piel.
Y como en cualquier rito,
me exigen una ofrenda.

¿Dejaré la inocencia o del atardecer escapará un grito?

Desprenderse nunca fue tarea fácil ante el clan.
Si doy mucho, peco de ególatra.
Si guardo motivos, de injusta.
¿Seré, en esta nueva etapa,
fiel cordero o amazona feroz?
Saciaré seguro el hambre pero todavía no sé
si el hambre de mi espíritu terminará
siendo canibal.

Atravieso la vía láctea de un transito
por ligeras inquietudes
flotando en leche sabia:
el chorro iluminador.
La plaga de langostas aterriza en la cocina,
el cartero trae la del genocidio de infantes.

Huracán de gelatina.

Se cuentan mil soles girándole a la luna,
mientras los meteoritos descubren
a tientas
una nueva humanidad en su naturaleza errante.

Ni una brizna de paja queda en este campo de semillas latentes.
Pero quedan huellas, huellas por doquier
al mirar atrás hacia andares y señuelos.



(Dejando constancia del primer poema de la nueva década)

No hay comentarios: