23 octubre 2008

Eurídice

No descendí a lo más bajo
sólo por el placer de hundirme
y rebozarme en arenas de las que nunca quise saber nada

había algo allí
algo que me llamaba
y que con sólo decir mi nombre
me retorcía las ubres de mimbre que tengo en el pecho

esas quebradizas fuentes
de lágrimas

quizá esperé encontrarte como Orfeo
con cítara en mi oido
para disiparme el miedo en la ruta
y dar calor a tientas

para envolverme como si fueras celofán
que no termina en mi cuerpo

quizá lo que buscaba
es ser regalo de temblores
el triste escalofrío de quien se inmola por vergüenza

pero no hubo cítara en mi estadía por el infierno
y qué sola se siente una
cuando se pasea sorda

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