22 marzo 2010

nea, la exploradora

Me quedaría despierta toda la noche
escribiéndote
y dibujando el resto de ti que no conozco
con palabras que valieran la pena.
Otra emoción más para seguir tirando.
Una que puede ser finita o infinita
depende de cómo se mida el amor
a estas alturas de la película.
Ahora que la trama ya está desarrollada
y comienzo a comunicarme con los personajes
de una forma original
que bien podría rescatarse del mejor argumento
para el mejor de los relatos.

Sé quién soy
aunque a veces no me reconozca.

Podría decidir que basta por hoy,
que basta por todos estos meses de búsqueda
brújula en mano apuntando directamente
a un corazón.

Pero seguiría mintiéndome
porque, en realidad, estoy hecha toda una exploradora
y a las exploradoras no nos gusta
que nos digan “se acabó”.
No señor.

Nos gusta caernos
hasta dos y tres veces
en los mismos agujeros que se ocultan en la acera.
Nos gusta disfrutar de las grutas oscuras,
de las grietas y las nadas.
Abrirnos paso en pantalones,
endulzar los libros de nadie
con las manos de abuelita
que hace galletas los domingos.

Disfrutar del ahora y siempre.

Y hablo por experiencia
pero sobre todo, hablo por fantasía.

Por eso voy a deleitarme un ratito más
con tu presencia indemne y recién horneada
porque acabas de salir de Matrix
para darme una pastilla
de esas rojas que te hacen ver todo
con otra mirada,
y está bien observar el mundo de nuevo
desde la perspectiva de quererte.

1 comentario:

fata morgana dijo...

que bonito...